Se pararon los coches,
los motores dejaron de rugir,
las fabricas ya no escupían humo,
ni vertidos, todo era Silencio.

Se pararon los aviones,
las cafeteras de lo bares,
los focos de los cines,
los fogones,
las voces de los tenores quedaron ahogadas,
y hasta el fuego le dio una tregua al monte.

Y la tierra dejo de quejarse,
se recuperaron los cielos,
los ciervos invadieron las calles,
los plásticos abandonaron lo mares
y las cigüeñas camparon a sus anchas.

Todo se paro,
se pararon los humanos,
y con ellos todo se paro.

Se vaciaron los estantes,
se llenaron las alacenas,
se colmaron las voluntades de perecederos bienes,
que no calman el hoy,
sino el miedo al mañana.

Y las conciencias se resetearon,
las mentes enmudecieron
y los sentimientos colmaron,
el vacío del letargo, del invierno adelantado
y de las noches por venir.

Apagemos la televisiones,
dejemos de contar muertos,
no os dais cuenta,
que ellos ya encontraron el Silencio.

Oh, Silencio,
dulce esperanza,
vacuna del tiempo.
Silencio, Silencio, Silencio.

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